ARTICULO PUBLICADO EL DÍA 24 DE ENERO DE 2004 EN
«HERALDO DE ARAGON» Y ESCRITO POR
VICENTE RUBIO – Ex atleta
Antonio Herrero, fallecido al inicio de este año, fue un destacado entrenador de atletismo, atleta, directivo ocasional de la Federación, cofundador del Club Scorpio y creador de una escuela de fondistas y de enamorados del atletismo. Al escribir estas líneas, Antonio, recuerdo que hacía años que no nos veíamos. Luis Sol me enseñó la esquela anunciadora de tu muerte que me reencontró contigo. Unos días más tarde quise enterarme de que ya no estabas, tu recuerdo me impulsó a subir al Parque, de noche, con frio; aparecieron los recuerdos de los muchos kilómetros recorridos junto a ti y con Rafa Cid, Miguel Angel de Arce, «Labordica», Jesús Terrer, Alfredo Bondía, y alguno más. Kilómetros que nos preparaban para competir en las pistas, pero que a nuestros 16 años eran kilómetros de vida. Tu forma de entender esa vida difícil, existencial, autocrítica, hipercrítica, era simultáneamente compatible con una sensibilidad exquisita, trasmitias pasión por el atletismo, no solo como deporte, sino como una forma de vida.
Tus decisiones fueron avanzadas para la época, dejaste tu carrera de medicina para irte a Gerona de entrenador, tu vida cambió siempre, allí, en tu casa, eramos recibidos los de tu «cuadra» para hablar de lo divino y de lo humano, de Zen, de la imposible «filosofia» del atletismo, de la vida, de la muerte, hasta nos seguías «entrenando». Eras un buen dibujante, aún guardo, siempre muy cerca de mi, un apunte de retrato que me hiciste en julio de 1976, donde al pie ponias: «… las ideas, un poco de agua y por no tener no tenía ni fuerzas para la melancolía», así fue pasando tu vida, te fuiste quedando sin fuerzas y sin melancolía, te apartaste, te apartaron, eras molesto para el «establishmen» aunque a mi siempre me pareciste la mosca cojonera más sensible que he conocido. Despreciabas los oropeles y te has ido sin que nadie te hiciera un mínimo reconocimiento por lo mucho que hiciste por el atletismo y por los crios que lo practicábamos.
Antonio, donde quiera que estés, quiero que sepas que cuando vamos al Parque, de noche, con frio, nos gustaría volver a hacernos diez kilómetros contigo, lo malo es que con cincuenta tacos y muchos cigarrillos lo tenemos dificil. Hasta que nos encontremos.